sábado, 27 de enero de 2007

Algo de texto para variar

Fragmento de un artículo publicado en el diario chileno "La Nación" y dice así:

Dicen los que saben que el tiempo termina corrompiéndolo todo. Esta verdad metafísica se convirtió hace rato en una inquietante decepción para los seguidores de Los Simpsons. Diecisiete temporadas al aire son demasiado, incluso para la que es calificada como la mejor serie animada de la historia. No en vano el mismo Matt Groening ha dejado poco a poco de colaborar con los guiones… y se ha notado.

La decadencia fue paulatina. Casi como sin querer, la crítica social aguda que era capaz de reírse incluso del mismo dueño de la Fox, Rupert Murdoch, fue dejando lugar al dócil humor de situaciones, ese que se encuentra en abundancia en cualquier serie americana de tercera. Porque el secreto de su éxito estaba en la representación casual, pero fiel, de la familia moderna. Esa cualidad, más la irreverencia y profundidad de sus personajes son los argumentos con que conquistaron al mundo. Sin ejércitos de ocupación, ni bloqueos, ni consejos de seguridad, traspasando idiomas y realidades.

Pero fueron domesticados. En lugar de reírse de los poderosos, comenzaron a auto parodiarse a sí mismos. En lugar de ser el espejo de la sociedad, se convirtieron en un anecdotario familiar insípido. Sus personajes, de ser dignas representaciones de abogados, doctores o periodistas, pasaron a ser un fin en sí mismos, estáticos y unidimensionales. Porque no vamos a comparar al Homer original, ese ser de inteligencia intuitiva, profundo en sus sentimientos paternales, con el bruto “mono sapiens” de las últimas temporadas. Para qué decir Bart, ese niño conflictivo, observador y sensible, que involucionó a una burda caricatura de Daniel el Travieso.

El mismo Groening ya está cansado y firmó a regañadientes el contrato para hacer la película. “Nunca nadie ha tenido una idea tan buena, como para estirarla dos horas” fue su comentario. Habrá que ver si el largometraje consigue rescatar en algo el espíritu original de la serie. Pero lo que es la temporada decimoséptima- y también las últimas seis- llega a aburrir por su falta de profundidad y por lo repetitivo de sus historias. A fin de cuentas y citando a Homer (pero al griego) “¡Cuán tedioso es un cuento contado de nuevo!”.

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